EL PERDÓN

Algunas personas se la pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que alguien les hizo… La realidad es que nadie les ha ofendido, son sus expectativas de lo que esperaban de esas personas, las que hieren. Y las expectativas uno las crea con sus pensamientos, no son reales, son imaginarias.

Si esperaban que sus padres les dieran más amor, son sus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer, las que no se cumplieron. Y sus ideas son las que lastiman. Si esperaban que su pareja reaccionara de tal o cual forma y no lo hizo… Su pareja no le ha hecho realmente nada malo. Es la diferencia entre las atenciones que se esperaban  y las que realmente hubo las que hieren. Todo eso está en su imaginación.

¿Enojarse con Dios? Son las creencias de lo que debería hacer o ser Dios, las que lastiman. Dios jamás ofende, ni daña a nadie. Dios es amor y no es responsable de nuestras vidas ni de nuestras decisiones… simplemente nos regaló la vida y la libertad de decidir sobre ella.

Cuando nacemos, no tenemos expectativas…. Pero las enseñanzas y conceptos que nuestros padres, maestros, religión, sociedad y medios de comunicación nos enseñan que y como deben ser las personas, las relaciones… Como reaccionar ante distintas situaciones, etc. Creando una ilusión de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de la vida y como deben de actuar los demás, que debemos esperar de los demás. Algo que no tiene nada que ver con la realidad.

Una de las mayores fuentes de ofensas, es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida. Cuando se le dice o impone lo que debe hacer y  dice “no”, o simplemente no lo hace, se crean resentimientos por partida doble. Uno se siente ofendido porque el otro no hizo lo que quería y la otra persona se ofende porque no la aceptaron como es. Y es un círculo vicioso.

Todas las personas tienen el derecho divino de guiar su vida como les plazca.  Aprenderán de sus errores por sí mismos, cada quien tiene su proceso diferente porque todos somos diferentes física, mental, emocional y vivencialmente.

También hay que recordar que nadie nos pertenece y mucho menos su vida o decisiones. Ni los padres, ni los hijos,  amigos o parejas nos pertenecen. Las personas son para amarlas, disfrutarlas y dejarlas en libertad.

Entonces, si entendemos que nadie ofende, nadie nos pertenece y debemos dejar ser a las personas como son, tomar sus propias decisiones sin juzgar… Entendiendo que la perfección no existe, ni tenemos porque serlo, solo tenemos tiempo para vivir, disfrutar y ser felices. Es un desperdicio gastar el tiempo en pensar en las ofensas de otros, enojarse y sufrir… hacerse ese daño, cuando la vida está llena de motivos para ser feliz también.

Finalmente concluimos que no hay nada que perdonar al otro, porque las expectativas las creamos nosotros mismos… Hay que perdonarse a uno mismo por limitarse y provocar dolor y sufrimiento al querer adueñarse de las acciones de las demás personas.

Mantener resentimientos hacia otras personas, es crear lazos dolorosos difíciles de soltar porque vienen del ego.  Perdonarse a sí mismo haciendo conciencia de la realidad  sin expectativas, es la única manera de disolver esos lazos dolorosos y liberarse.

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